BILL CLINTON “A l’escola no ensenyen a gestionar els diners”
2/2/2015 – Centramos nuestros esfuerzos en enseñar finanzas cuando unas lecciones de matemáticas ayudan mucho más a los niños a gestionar su dinero. Llenamos sus mentes con planes y estrategias financieras años antes que necesiten ninguna de ellas, asegurándonos que no las olviden en el momento que las necesiten. Y evitamos hablar abiertamente de ingresos y deudas dentro de nuestro hogar, condenando a los jóvenes a una vida de miedos y falsas creencias de la que es posible que nunca escapen.
Es hora de reconsiderar la forma en la que educamos a los niños sobre finanzas.
A pesar de los esfuerzos de padres y escuelas, la mayoría de los niños se convierten en adultos que no saben ahorrar, gastar o planear apropiadamente. Los investigadores tratan de averiguar las razones y sus estudios indican que lo estamos haciendo mal.
Nos concentramos en enseñar finanzas en el colegio cuando las matemáticas comunes y corrientes son una forma mucha más efectiva de ayudar a los niños a administrar el dinero. Además, somos renuentes a analizar los ingresos y la deuda de nuestra propia familia, infundiendo en nuestros hijos temores e impresiones falsas que pueden perdurar durante todas sus vidas.
Estos son algunos de los hallazgos más importantes de las investigaciones y consejos de educadores y expertos sobre cómo podemos hacerlo mejor.
Es hora de reconsiderar la forma en la que educamos a los niños sobre finanzas
Matemáticas, no dinero
Tal vez uno de los descubrimientos más sorprendentes es que las clases de finanzas no tienen un gran impacto en el mundo real.
Shawn Cole, profesor de finanzas de la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard, se preguntó: ¿si la educación financiera en las escuelas es efectiva, por qué tantos adultos jóvenes tienen problemas con deuda, embargos y acumulación de pocos activos?
El docente y un grupo de investigadores se dispusieron a encontrar la respuesta analizando datos de los estados en EE.UU. que incluían currículos de finanzas personales en la escuela secundaria y compararon la salud financiera de los alumnos que se graduaron antes de esta exigencia con la de los que se graduaron después.
Tras analizar cantidades significativas de información financiera histórica y descartando factores tales como estado de residencia, edad, raza, tiempo y género, el grupo halló que no había una diferencia estadística entre los que estudiaron finanzas personales y los que no.
“Mi trabajo es enseñar finanzas, así que quiero creer que la educación financiera funciona”, dice Cole. “Pero, en realidad, a lo largo de todo el conjunto de datos que observamos, a lo largo de cada segmento de la población, no pudimos encontrar ningún efecto de la educación financiera sobre el comportamiento”.
Cuente toda la historia
Existe un consenso de que la educación financiera debe empezar en casa, pero la forma en la que muchos padres abordan el tema necesita ser revisada. “Incluso ahora, los padres hablan más de sexo con sus hijos que sobre dinero”, dice Lynsey Romo, profesora asistente de comunicación de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y quien estudia el intercambio de información dentro de la familia.
En un estudio de 2014 entre 136 niños cuyas edades fluctuaban de los 8 a los 17 años, Romo encontró que aunque los menores reportaron que sus padres compartían información en temas generales como ahorro, solían quedarse mudos sobre asuntos sensibles, como los ingresos y la deuda específica de la familia.
El dinero no infunde temor
Un grupo de investigadores polacos llegó a una conclusión similar sobre las razones por las que las personas deberían hablar francamente sobre finanzas. Los niños, dicen los investigadores, son rápidos en absorber el valor simbólico del dinero, aunque no entienden su funcionamiento. Si los padres no hablan honestamente sobre el tema, agregan, esas asociaciones se acumulan y llevan a los niños a actuar de forma egoísta en el corto plazo y, a largo plazo, los deja con la ilusión del poder del dinero.
Enséñesle sobre la marcha
Otro error que los padres cometen con la educación financiera es tratar de hacerlo de un solo golpe. Para ello inscriben a sus hijos en cursos de vacaciones o clases adicionales que apuntan a enseñar desde cómo gestionar un puesto de limonada hasta solicitar un crédito hipotecario.
El problema es que el conocimiento financiero decae con el tiempo, dice John Lynch, director del Centro de Investigación sobre Toma de Decisiones Financieras de los Consumidores en la Universidad de Colorado, en Boulder.
En un gran análisis de más de 200 estudios que se publicaron el año pasado, Lynch y otros dos profesores determinaron la rapidez con la que desaparecen los efectos de la instrucción financiera única. Su análisis encontró que el impacto de una hora de educación financiera desapareció después de unos cinco meses. Dieciocho horas se disiparon después de alrededor de 17 meses. Y 24 horas desaparecieron después de unos 20 meses.
Lea el artículo completo en The Wall Street Journal.
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