Educación Financiera patrocinada por la banca tradicional
Cada vez hay más programas de educación financiera que acercan conceptos básicos de economía y finanzas a los más jóvenes. De hecho, tanto la OCDE como la Comisión Europea instan a sus países miembros a la alfabetización financiera, siendo los adolescentes un público a priorizar.
No cabe duda de que las problemáticas en la distribución de algunos productos de ahorro/inversión o el drama del sobreendeudamiento han ayudado a concienciar, no solo a la sociedad, sino también a los gobernantes y a las propias entidades financieras, sobre la necesidad de establecer programas que ayuden a los más jóvenes a poder, en el futuro, tomar decisiones financieras con unos criterios mínimos.
También ha sido un incentivo la inclusión de conceptos de Educación Financiera en el Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes o Informe PISA (por sus siglas en inglés: Program for International Student Assessment.
Muchas de las iniciativas, en el ámbito de la alfabetización financiera, están patrocinadas por la banca tradicional, qué no solo las financia sino que también anima a sus empleados a participar como voluntarios en distintos programas. Pero, ¿Hasta qué punto es conveniente que las entidades financieras participen en programas de Educación Financiera? ¿Es compatible ser a la vez parte del problema y parte de la solución?
Son preguntas legítimas, pues alguien podría pensar que se pone al zorro a cuidar de las gallinas, pero respetando unos criterios básicos esto es evitable:
- De entrada, aunque las entidades financieras, tal y como dice la OCDE, pueden participar en la elaboración de los materiales que se utilizan en los talleres, según mi opinión, sería óptimo desarrollar los materiales a través de profesionales independientes, expertos en finanzas que puedan elaborar los contenidos pedagógicos siguiendo las directrices de los organismos internacionales.
- Por otra parte, los bancos deben quedar fuera de las escuelas, es evidente que en ningún caso se puede trasladar información comercial, o utilizar los programas de Educación Financiera para efectuar venta cruzada de productos. Tal y como se establece en los Principios de Alto Nivel de la OCDE/INFE sobre Estrategias Nacionales de Educación Financiera.
- Además, la participación de voluntarios de las entidades debe ceñirse a la explicación de los contenidos, basándose, eso sí, en la experiencias vividas en su profesión. De hecho, que sean voluntarios del sector suele ser muy bien valorado por los alumnos, quienes agradecen que sea alguien con mucha experiencia quien les habla de conceptos financieros que utilizarán en el futuro.
Podemos encontrar programas de Educación Financiera patrocinados por las entidades financieras en toda la geografía mundial, y la experiencia demuestra que si se respetan estos criterios no se produce ninguna incompatibilidad. De hecho, debería ser exigible que las entidades participen, aportando recursos económicos y humanos, en estos programas. Por un lado, para garantizar que los que serán futuros usuarios puedan tomar mejores decisiones financieras y por el otro, para ayudar a que no se repitan situaciones problemáticas del pasado de las que son corresponsables.
Es tarea de todos, entidades financieras incluidas, conseguir una sociedad informada, capacitada para decidir financieramente y concienciada que ante un problema financiero lo más conveniente es acudir a un experto independiente, de la misma forma que ante un problema de salud acude al médico.