14/5/2014 – “Ha fallado todo el mundo: la oferta y, también, la demanda. Es decir, debemos mejorar la responsabilidad y la profesionalidad de aquel que vende productos financieros, pero también hay que elevar la cultura financiera de los clientes para que se responsabilicen en mayor medida de sus finanzas personales participando más en la toma de decisiones que afectan a sus ahorros.”
Josep Soler (Barcelona, 1956) es uno de los fundadores de la Asociación Española de Asesores Financieros (EFPA, por sus siglas en inglés) y preside la organización a nivel europeo desde septiembre de 2012. También es director general del Instituto de Estudios Financieros y ha sido director comercial de la Bolsa de Barcelona, auditor de la Comisión Europea y asesor comercial del Gobierno de EE UU.
Pregunta. ¿Qué es la EFPA? ¿A qué se dedica?
Respuesta. Su constitución tiene lugar en el año 2000 y su nacimiento en España está totalmente ligado a la creación de la European Financial Planning Association (EFPA). Como delegación de la asociación europea, EFPA España actúa como plataforma independiente de certificación profesional y como asociación que agrupa a los profesionales dedicados al asesoramiento y la planificación financiera en nuestro país, debidamente certificados. Por tanto, facilitamos unos estándares mínimos para ejercer la profesión y certificamos a las personas que los adquieren primero a través de unos exámenes y después van renovando el título cada año a través de la formación continua y el compromiso de mantenerse adscritos al código ético de conducta profesional.
P. Pocos años después de la creación de la EFPA se han sucedido los escándalos financieros. ¿Qué ha fallado? ¿Hacen autocrítica?
R. La EFPA es una organización relativamente joven que empezó a certificar en 2002. Como parte del sector financiero, tenemos parte de nuestra responsabilidad, pero precisamente somos el inicio de la solución que ha coincidido en el tiempo con unos desastres, sobre todo a nivel de distribución de productos, que debemos reconocer. Aquí ha fallado todo el mundo: la oferta y, también, la demanda. Es decir, debemos mejorar la responsabilidad y la profesionalidad de aquel que vende productos financieros, pero también hay que elevar la cultura financiera de los clientes para que se responsabilicen en mayor medida de sus finanzas personales participando más en la toma de decisiones que afectan a sus ahorros. En este sentido, en España vamos muy retrasados en asuntos de alfabetización financiera.
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